martes, 26 de febrero de 2008

En los árboles

Estaba yo blogueando por la casa de Mirta, anotándole un comentario, cuando mis manos han empezado a escribir y no paraban. No era plan de seguir monopolizando el blog de otra persona. Para egocentrismos ya tengo mi cachito de red aquí. Os transcribo el comentario literal, y la reflexión posterior:

Es curioso... las canciones de Manolo García también ejercen cierto influjo tranquilizador-nostálgico en mi... o eso creía yo, cuando leía tu entrada, hasta que me di cuenta de la diferencia generacional. Es "El último de la fila", y no Manolo García, quien tiene el poder de transportarme a otra dimensión, en un viaje a través de los años que me lleva directamente a aquella remota época en la que yo era otra.

Tenía el mismo nombre, la misma forma de andar cabizbaja y muchas de las que son todavía mis ilusiones, pero aquellas no estaban gastadas. No había empezado aún a acumular traumas ni decepciones, ni siquiera tenía fantasmas a mi vera; las puertas las cerraba yo, después de atravesarlas, no se me cerraban en las narices, y cuando me caía o alguien se metía conmigo, sólo tenía que girar la cabeza y decir con cara de puchero: "mamá..." para que alguien acudiera en mi auxilio. Era fácil encontrar consuelo entonces. Cuando no sabía qué hacer también era sencillo: mis padres siempre tenían la respuesta. Yo no era aún insegura, porque no tenía sobre qué dudar. Los planteamientos políticos-morales-religiosos de mis padres eran más que suficientes para mi. Además, pensaba según iba creciendo, he tenido mucha suerte. Estoy de acuerdo con su forma de educar, con su forma de pensar... si los hubiera escogido yo no los habría elegido mejor. Seguía una linea marcada para mi mucho antes de que yo naciera. Y el camino era cómodo y agradable, firme y seguro.


La primera decisión que tomé sola en mi vida fue la carrera. Ya antes había tenido que elegir la opción del COU, pero como no lo tenía claro, y asesorada por el sabio consejo de mis padres, fui descartando las que sabía que no quería (ni ciencias puras ni letras puras) y después sólo tuve que quedarme con la opción que me cerrara menos puertas, la que me permitía seguir prolongando mi estado de indecisión. Y no fue sino a finales de primavera, después de haber hecho la selectividad, con la nota por delante, que también intenté sacarla lo más alta posible, para dejarme más libertad de elección, cuando finalmente rechacé todas las demás y me quedé sólo con una: psicología.


Por primera vez en mi vida, seguí sólo no sé qué impulsos exclusivamente míos, y haciendo oídos sordos a las recomendaciones de mi madre, que apostaba por Periodismo, y a las de mi padre, que me recomendaba algo relacionado con la biología (ambas opciones inspiradas en mis predilecciones, ya que disfrutaba tanto escribiendo como estudiando todo bicho viviente que se cruzara por el jardín), dije finalmente: voy a hacer psicología.


Estabamos sentados en el jardín, el mismo jardín donde había corrido tantas veces de pequeña cazando lagartijas y saltamontes, el mismo jardín donde, tras un buen chapuzón en la piscina, me bebía los libros de Asimov tumbada en la hamaca. Ese día estábamos sentados alrededor de la mesa. La misma mesa, por cierto, que ahora tenemos en la terraza del piso - Sí, Paca, lo sé, nuestra compulsión de reciclaje no tiene límites-. Fue allí donde comuniqué mi veredicto. Mi madre me preguntó si estaba segura no sé si 2 ó 3 veces... y justo cuando empezaba a dudar de mi recién innaugurada decisión, y comenzaba a experimentar la otra cara de la libertad, me miró muy seria y pronunció con voz profunda: creo que el mundo se pierde una buena pluma (aún habrían de pasar unos añitos antes de que comprobaras que en esta vida no se puede hablar mamá, que todo cae encima), pero gana una buena psicóloga.

De aquello hace ahora doce años. La carrera me encantó, pero me he arrepentido muchas veces de esa elección. No fue muy práctica. La hice convencida de que sólo usaría el título para decorar mi habitación. En aquel entonces ya llevaba algún que otro trauma en lo alto, pero mis ilusiones estaban en su máximo esplendor y vivía convencida de que pronto llegaría a ser una afamada escritora. Sólo quise alargar mis años de estudio aprendiendo algo que me gustara. No me planteé que algún día tendría que vivir de ello.


Con ese comienzo, lo que vino a continuación es fácil de adivinar. En cualquier caso, puedo contároslo en otra ocasión, ahora se va haciendo tarde.


A lo que iba... qué bonita la nostalgia. Qué fácil ser niños. Qué fácil y engañoso dejarse llevar por los recuerdos...
Se me cuidan.


"Si un niño vive criticado, aprende a condenar.



Si un niño vive en un ambiente hostil, aprende a pelear



Si un niño vive ridiculizado, aprende a ser tímido



Si un niño vive avergonzado, aprende a sentirse culpable.



Si un niño vive con tolerancia, aprende a ser paciente.



Si un niño vive con aliento, aprende a tener confianza.



Si un niño vive estimulado, aprende a apreciar.



Si un niño vive con honradez, aprende a ser justo.



Si un niño vive con seguridad, aprende a tener Fé.



Si un niño vive con aprobación, aprende a valorarse.



Si un niño vive con aceptación y amistad,



aprende a encontrar el Amor en el mundo"

18 comentarios:

Anónimo dijo...

Con diferencia, lo que mas me ha gustado de todo lo que has escrito..

Syldavia dijo...

Bonito post, me siento identificada. Mi niñez también fue la de Espinete y también me pone nostálgica “El último de la fila”. Es curioso, pero siempre he tenido la sensación de que tendría que haber estudiado psicología, pero igual estoy equivocada, nunca lo sabré.
Gracias por tus palabras en mi blog, me has dejado con la curiosidad, que es lo que te ha hecho flipar? 
Un saludito.

Anónimo dijo...

Gracias por compartir tu pasado y permitirme así conocerte un poco más, por cierto, el mío no fue tan oscuro, aunque no lo vieses nada claro.
Besos.

Anónimo dijo...

Syldavia!
No esperaba una respuesta tan rápida... me alegro no hayas cerrado tu blog del todo, aunque te aburriera.
Te contesto en tu casa.
Saludos!

Syldavia dijo...

Gracias de nuevo. La verdad es que ha sido un encuentro curioso. Cuando empecé a escribir el blog nunca pensé que fuera a leerlo nadie y ahora que hace tanto que no actualizo aun menos. Me alegro de que te guste. Ya no escribo pero le echo un vistazo de vez en cuando por si alguien escribe o por releer lo ya escrito.
De lo que he leido me gusta el tuyo, me lo apunto para visitarte.
Saludos desde el sur.

Anónimo dijo...

Saludos y bienvenida!
Sigo en tu casa.

Anónimo dijo...

Hola Sara... Coincido con Susana en eso de que agradezco que compartas tu vida y pasado con nosotras... Espero que haya muchos más como este... Cuídate, besos. CJ

Pd: No he aprobado... Otra vez será.

Anónimo dijo...

No me digas!
Vaya, lo siento... qué ha pasado? cuándo te presentas la próxima vez?
Cómo estás? Bueno, ahora te llamo mejor.
Besos

Syldavia dijo...

Te respondo tus dudas:
Lo de saludos desde el sur, está claro, desde el sur de España, soy de Cádiz.
En cuanto a la frase "siempre al Oeste" tambien es fácil, sobre todo para los frikis de Tintín, como yo :P es una frase de el profesor Tornasol. De este mismo comic viene el título del blog y mi nick.
Eso es todo :)

Anónimo dijo...

tengo ganas de leerte. pero no tengo tiempo.
hasta mañana
marta

Anónimo dijo...

Somos vecinas entonces... yo también vivo al sur de España, en Sevilla.
La clave que me faltaba era la de Tintín, es verdad que hay muchos restos del comic en tu blog, ahora me cuadra todo.
Saludos paisana!

Anónimo dijo...

Jajaja... no te preocupes, lo bueno de esto es que puedes leerlo cuando quieras.
Besos

Syldavia dijo...

Llevo 9 años viviendo en Sevilla ;)

Anónimo dijo...

Jajajaja
Ves?

Anónimo dijo...

Ya.He encendido el último cigarro del día para leerte.
Te he imaginado en todas tus palabras.
Si algo he aprendido en esta Feria, a través de un técnico de sonido, es que nunca es tarde. Era algo que ya sabía, pero él me lo ha recordado.La vida es larga y ancha, muy larga y muy ancha...te dará tiempo a ser escritora y a ser psicóloga..
Sabes que yo tb quería estudiar Piscología o Periodismo?? Pero lo mío fue distinto..ya te contaré.
un beso, moza.
marta

Anónimo dijo...

Me dará tiempo... o moriré en el intento.

¿ Y qué fue lo que te decidió a estudiar ciencias políticas?

Pd.- Espero te haya sabido bien el cigarro.

Besos

Anónimo dijo...

Hola!
sabes quien soy?
si,has acertado,la persona que sin darse cuenta, a veces,te hace daño.
No se que decirte,solo que me enorgullece casi todo de ti y me encanta tu blog(y me encantas tu).
muuuuuuaks! I love you!
p.d. espero saber como ponerte este mensaje......

Anónimo dijo...

Jajaja parece que salió.
Bienvenida cariño

Amnistía Internacional