Una vez más, voy a atenerme al calendario. Ya dejaremos lo importante para cuando se pueda.
¿Tanta introducción para qué?. Pues parece que finalmente mi futuro a corto plazo se va dibujando con claridad. De momento queda descartada la salida de mi casa, pero es por una buena causa. Mis padres, quienes parecen aumentar la oferta cada vez que hago algún intento real de independencia, han mejorado notablemente las condiciones, y adelantado la fecha de su salida del piso. Efectivamente, mis padres se independizan.
La fecha exacta aún no se sabe, pero para principios de noviembre seguramente estarán ya en el ático. Se han pedido unos días ahora en octubre -es increible, pero ya se ha echado el mes encima- para ir llevando los muebles al ático. Yo estoy contando los días, no tanto por las ganas que tengo de perderlos de vista -la convivencia ha demostrado ser bastante llevadera- como por la ilusión que me hace traer mis cosas aquí. Montar el futbolín, poder guardar la bici en el trastero, colocar mis libros en mi estantería, el acuario en el salón, estrenar las cositas del ajuar que llevo almacenando desde hace casi dos años, despejar el ropero de ropa... y ponerme mano a mano con mi hermana a decorar a nuestro gusto el pisito... qué guay, qué ganas...
Voy a echar mucho de menos poder tener un perrito. Es la condición innegociable que han puesto mis padres para poder quedarnos (y sin pagar alquiler, sólo el mantenimiento). Pero si llevo tanto tiempo sin uno, podré esperar unos meses más.
Esa es la gran noticia de la que quería hablaros antes de continuar. Esperemos que todo marche según lo previsto y la podamos disfrutar.
