Brujas

"(...) ¿Por dónde empezar?. Las casas antiguas tienen un aspecto característico: de piedra más o menos rojiza y los laterales en escalera. Monísimas. Pero no salen bien en las fotos.

En lo que yo he llamado "La Plaza Nueva", donde está el ayuntamiento, hay varios edificios de tonalidades grisáceas a medio camino entre castillos e iglesias. Uno de sus laterales da a otra plaza, mucho más pequeña, pero cuyos edificios no le desmerecen en absoluto. Un centro de comerciantes, una antigua cárcel y un palacio de justicia conforman un paisaje arquitectónico bastante singular. Mi padre quiere entrar en uno de ellos, cargado de escudos templarios, donde asegura custodian una gotita de la sangre de Cristo.

Por mi parte me he encaprichado con una exposición de Rodin que exhiben en "La Plaza Nueva", e intento convencer a mi hermana para que me acompañe.

Hemos dado el consabido paseo en barca por los canales de la ciudad para guiris. Muy agradable, aunque se me ha hecho demasiado breve y hubiera agradecido explicaciones en español. Hubiera sido un detalle que uno de los 5 idiomas en los que narraban lo que veíamos fuese el castellano. Tuvimos que apañarnos fundiendo y entremezclando las traducciones de las frases que éramos capaces de captar con el francés de mi madre y mi inglés, bastante rudimentarios los dos.

Aparte de los rincones, edificios, verdes y canales en general, señalar la existencia de una microventana gótica en uno de los muros de lo que creo que era la catedral, de apenas una cuarta de altura, que interpreté como una excentricidad del arquitecto o maestro de obra que se encargó de la fachada.

En cuánto al ambiente, no sé qué me llamó más la atención, si el clima tan agradable y acogedor -ni frío ni calor- o la cantidad de guiris, fundamentalmente españoles, que mapa en mano devoraban las calles de aquella pequeña pero coqueta ciudad.

Esa noche durmimos en un aparcamiento al aire libre y al salir descubrimos que había cristales en el suelo de algún coche.

A la mañana siguiente volvimos a Brujas, donde estuvimos la mayor parte del tiempo separados. No convencí a mi hermana para que me acompañara a ver la exposición de Rodin, pero como tampoco estaba por la labor de perdérmela, pagué religiosamente los 5€ que costaba entrar y me dediqué a perderme entre sus esculturas.

Mi hermana acompañó a mis padres en la primera parte de la mañana, entrando en no se qué edificio de los cruzados, seguramente el de la gotita de sangre.

A la hora convenida nos volvimos a reunir los cuatro y fuimos juntos a ver la catedral. Dentro sonaba el órgano -chulísimo, por cierto- y un montón de cuadros inundaban sus paredes. En otra iglesia vimos una Madonna de Miguel Ángel, que según aseguraban era la única obra del artista que se encontraba de forma permanente fuera de Italia.

Luego mi hermana y yo fuimos de compras y nos arruinamos antes de terminar la primera calle de tiendas. Yo compré una cosa chulísima a un precio que me pareció una ganga y me la compré sin dudarlo, esperando que cuando la montara en Sevilla funcionase. También me compré una bombilla recubierta de goma con pinchos blanditos y de colores... bueno, a mí me gustó y estaba muy baratita.

Las tiendas de chocolate tentaban pero al final nos contuvimos, dentro de lo que cabe.

Después de comprar regalos, bombones, tés y mantelería bordada, nos dirigimos en busca de un camping para darnos la ducha que los cuatro necesitábamos.

Se me cuidan.