sábado, 18 de abril de 2009

Legado

Hay personas que heredan una fortuna de su familia, o títulos nobiliarios. Los menos. Los hay que por el simple hecho de ser hijos de sus padres no tienen que hacer otra cosa para ganarse la vida más que posar para las cámaras de vez en cuando. No hace falta ni que exhiban la mejor de sus sonrisas. Seguramente ganarán más dinero mostrando sus garras, despedazando a otros herederos o sacando a la luz algún trapo sucio, cuánto más sucio y más íntimo, mejor.

Otras heredan joyas, o especias. Hay personas que, gracias a sus padres, pueden gozar del privilegio de disfrutar un piso sin pasar por la casilla "hipoteca". Algunas tienen la opción, a veces incluso la obligación, de seguir con el negocio familiar.




También conozco un grupo que hereda rencores, traumas y una gran dificultad para confiar en el género humano. O ese otro grupo que lo que obtiene de sus padres es la habilidad para mantenerse al margen de la sociedad. Afortunadamente, también es un grupo minoritario, al menos en este país.

Después tenemos otro tipo de legado, más sútil. Es el que llevamos por dentro, ese que ha crecido con nosotros y nos acompaña a dónde vayamos, más allá de las ciudades y los años.



Mi padre me ha dejado en herencia la pasión por la cocina, por el buen comer y el buen vivir. Una predisposición génetica a padecer alergias (que por supuesto desarrollé) y una enfermedad de la piel, que gracias a Dios y a la eficacia de los tratamientos, a día de hoy se mantiene a raya. Me enseñó desde muy pequeña el valor de una promesa y de la amistad. Gracias a él tengo una discografía amplia y variada. Creo que mi estatura también se la debo a él, y el gusto por las nuevas tecnologías. De hecho, fue gracias a él que mientras la mayoría de las familias españolas sólo conocían internet de oídas, yo bicheaba entre foros y chats, mientras esperaba con ilusión el siguiente mail de mi primer ciber-ligue. Dicen que de él he heredado el gusto por la escritura y por los negocios. Creo que mi manía de andar por la vida citando frases y filósofos también es culpa suya. Sin duda fue él quien me enseñó un concepto que hoy en día parece estar en desuso: el respeto al prójimo.




De mi madre he heredado menos cosas, dicen. Pero he aprendido muchas. He aprendido a no creer todo lo que me cuentan, a poner en tela de juicio hasta mi propio criterio. A ella le debo mi pasión por San Gonzalo y la Semana Santa. También de mi madre aprendí a ver lo que hay detrás de una mirada, y a comprender un poco el alma humana. Fue ella quien me reveló el gran secreto: "no hay nada más..." animándome a disfrutar de los pequeños placeres de la vida. A su lado aprendí a hacer ensaladilla, aunque ahora rara vez me entretenga en preparar la mayonesa, y a apreciar la belleza de un atardecer. Me enseñó el respeto por las personas que han dado su vida por los ideales de igualdad y libertad que ahora disfrutamos. También aprendí a reservar lágrimas para el día de mañana, y a dar un abrazo, una palabra de consuelo a la persona que sufre. Me enseñó que igual de valioso es ayudar a alguien como saber y asumir que hay veces que no puedes hacer nada más por esa persona... nada más que reconocerle el derecho a sentirse como se sienta, y a expresarlo como prefiera hacerlo.






A la unión de ambos debo el gusto por viajar, la certeza de que es posible seguir enamorado de la misma persona tras más de treinta años de matrimonio y además del pequeño detalle de mi propia existencia, les debo la existencia de la persona que más quiero en este mundo: mi hermana Julia. Alguien que siempre está ahí cuando la necesitas y cuyo cariño y sentido de la justicia ha alumbrado los momentos más oscuros de mi vida.



Para ellos va esta entrada y mi cariño incondicional. Y la felicitación para mi padre que mañana cumple años.

Se me cuidan.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy lindo, niña. Si tus padres lo leen, se emocionan seguro.

bss



MJ&C

Anónimo dijo...

Honrarás a tu padre y a tu madre...y a tus hermanos si tienes!

Anónimo dijo...

Hoy estoy sentimental, y en estos momentos leer entradas como esta me nublan la vision...muy bonito canija, aunque queda decir que si tu heredastes todas esas grandiosas actitudes...¿que dejaron para mi? El mal caracter y la jaqueca?? Espero que con el paso de los años yo aprenda a apreciar esos legados que nuestra familia nos deja tan marcados como tu lo hicistes hoy...

Anónimo dijo...

Jajaja entre otras cosas, canija. Con los años te darás cuenta.
Besos y ánimo!

Mirta Peces dijo...

Me ha encantado.

Anónimo dijo...

Oye, por cierto el problemilla ese de la piel, no será contagioso, no? ´jajaja....espero q sólo sea hereditario, porque yo ya tengo bastantes visitas al médico!Besos, CJ

Anónimo dijo...

Me encanta como escribes de la vida.Serias una magnifica escritora de articulos en cualquier periodico..

Anónimo dijo...

Me alegro que os haya gustado.

A CJ: qué sensibilidad!

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