jueves, 14 de agosto de 2008

A ver quién es el guapo que le pone un título a esta ensalada

Cuando era pequeña odiaba la vuelta al cole. No la vuelta en si misma, sino la campaña publicitaria y los escaparates de los comercios, que anticipan el momento en pleno auge del verano. El Sr. Corte Inglés, que en definitiva es quien marca el ritmo de nuestra sociedad, como antes lo hacían el Sol o las estaciones, estaba ahí para recordarte lo poco que te quedaba de libertad.

En aquel entonces, cuando verano era sinónimo de viajes y vacaciones, la palabra "otoño" sonaba bastante triste. Lo único que me gustaba de septiembre era mi cumpleaños, la traca final de las vacaciones.


Con el tiempo aprendes a valorar también el otoño. Cuando tú te quedas y los demás se van, cuando las vacaciones se reducen a un par de semanas mal contá's, y el calor te derrite los sesos en esta ciudad -tan moderada ella para todo-, la vuelta al cole se ve desde otra perspectiva. Y hasta puede sorprenderte cierto regocijo al pasar por las estanterías repletas de maletas y libros escolares. Sobre todo cuando sabes que no eres tú quien va a tener que examinarse de lo que dicen, ni vas a dejarte los cuartos en comprar la equipación completa a una ristra de niños.




Todo tiene su momento.


Ahora estoy a las puertas de entrar en la plenitud de la mujer - teniendo esa fantástica definición, quién va a decir "la treintena"-. Soltera, blanca, -busca?- sin hijos, sin cargas familiares (ni trabajo en condiciones). Como diría mi madre con su delicadeza habitual "con to'l pesca'o por vender" pero, ¿quién quiere vender en estos momentos de crisis?.


No tengo casa en propiedad, pero disfruto un piso acomodado en el Aljarafe; trato de acondicionar un zulito en el centro para la vida de dos pequeñas personas y un pequeño perro. Un zulito que tampoco es de mi propiedad ni lo será nunca, pero que de momento y durante cinco años estará a mi entera disposición como inquilina. Tengo una relación sentimental con una mujer que me vuelve loca, que tampoco es de mi propiedad ni lo será nunca. No hay papeles de por medio, y aunque los hubiera, en los tiempos que corren, qué fácil sería romper ese contrato. Mucho más que echar a un inquilino que no paga el alquiler. Y si no que se lo pregunten a más de un propietario.


Antiguamente matrimonio era sinónimo de estabilidad. Y la inversión más segura era el ladrillo. Hoy todos conocemos casos de matrimonios que no han llegado ni al primer semestre, y gente que va a tener que plantearse la posibilidad de empezar a comerse los ladrillos de su casa, a falta de compradores. Parece ser que por mucho que bajen los precios de las propiedades, los bancos no conceden hipotecas así le dejes un riñón de aval.

Hay una profética sentencia ecologista que dice algo así como:

" Cuando hayamos talado el último árbol y sequemos el último río, cuando hayamos pescado al último pez del océano, nos daremos cuenta de que el dinero no se come".



Quizás en vez de empezar por los billetes de 500, que escasean tanto o más como los árboles, nos entre la lucidez a golpe de bocados de ladrillo.






Todo en mi vida es inestable: el piso en el que habito -¿lo alquilarán?, ¿lo venderán?-, el trabajo al que acudo por las noches -cambias de departamento, de empresa, de horario... te cambian a ti-, mi relación -sin papeles, sin hipotecas, sin hijos,-, mis oposiciones -el Gobierno anunció una reducción del 70% de la Oferta de Empleo Público para el año que viene-. Por no estar seguros, con el cambio climático no podemos ni confiar en que este invierno haga frío. Pero es entonces cuando aparece el Sr. Corte Inglés, con su esposa la empresa de Zara y derivados, cada uno con su corte de súbditos y plebeyos, intentando a duras penas seguirles el paso; llegan y nos ofrecen renovadas razones para acudir a sus pequeñas y grandes superficies. Porque señores escépticos, sepan que no todo es mudable en esta extraña época que nos ha tocado vivir. Incluso en estos tiempos, hay certezas absolutas:

Salga o no el sol, haya petróleo o aceite para alimentar a los coches, con o sin ladrillos, podemos estar seguros de que a principios de agosto llegará año tras año la vuelta al cole, igual que en pleno invierno ya será primavera en el Corte Inglés (será por eso el cambio climático? habremos confundido a los astros a base de tanto anticipar?), y el mundo podrá rugir a nuestros pies, Georgia podrá bombandear a Osetia del Norte y Rusia podrá enviar todo su arsenal bélico contra Georgia, pero nosotros estaremos bien, porque sabremos qué toca comprar en cada momento.




Pd.- "Si a mi lo que me gusta es pintar flores..." que digo yo que de lo que quería hablar es de
para qué fui al Sr. Corte Inglés, de mi vuelta al cole particular. Lo dejaré para otro momento. Disfruten el verano, o el otoño, pueden elegir.


Enlaces Relacionados:
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CARTA DEL GRAN JEFE SIOUX AL PTE DE LOS EE.UU.

El gran jefe de Washington envió palabra de que desea comprar nuestra tierra. El gran jefe también nos envió palabras de amistad y buenos deseos. Esto es muy amable de su parte, desde que nosotros sabemos que tiene necesidad de un poco de nuestra amistad en reciprocidad. Pero nosotros consideramos su oferta; sabemos que de no hacerlo así el hombre blanco puede venir con pistolas a quitarnos nuestra tierra. El gran jefe Seattle dice: «El gran jefe de Washington puede contar con nosotros sinceramente, como nuestros hermanos blancos pueden contar el regreso de las estaciones. Mis palabras son como las estrellas - no se pueden detener». ¿Cómo intentar comprar o vender el cielo, el calor de la tierra? La idea nos resulta extraña. Ya que nosotros no poseemos la frescura del aire o el destello del agua. ¿Cómo pueden comprarnos esto? Lo decidiremos a tiempo. Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi gente. Cada aguja brillante de pino, cada ribera arenosa, cada niebla en las maderas oscuras, cada claridad y zumbido del insecto es santo en la memoria y vivencias de mi gente. Sabemos que el hombre blanco no entiende nuestras razones.
Una porción de muestra tierra es lo mismo para él, que la siguiente; para él, que es un extraño que viene en la noche y nos arrebata la tierra donde quiera que la necesite. La tierra no es su hermana sino su enemiga y cuando la ha conquistado se retira de allí. Deja atrás la sepultura de su padre, no le importa. Plagia la tierra para su hijo, no le importa. Olvida tanto la sepultura de su padre como el lugar en que nació su hijo. Su apetito devorará la Tierra y dejará detrás sólo un desierto. La sola vista de sus ciudades, llenas de pánico a los ojos del piel roja. Pero quizá esto es porque el piel roja es un «salvaje y no entiende... No existe un lugar pacífico en las ciudades del hombre blanco. Ningún lugar para oír las hojas de la primavera o el susurro del vuelo de los insectos. Pero quizá porque yo soy un salvaje no logro comprenderlo, el repiquetear parece que insulta los oídos ¿Y qué vivir, si el hombre no puede oír el adorable lamento del chotacabras o el argumento de las ranas alrededor de una charca en la noche? El Indio prefiere el agradable sonido del viento lanzado sobre la cara del estanque, olfatear el viento limpio por un mediodía de lluvia o esencia del pino. El aire es algo muy preciado para el piel roja. El hombre blanco parece no notar el aliento del aire.
Como un agonizante de muchos días, está aterido para olfatear. Si decidiera aceptar lo haría con una condición. El hombre blanco debe tratar a las bestias de esta tierra como a sus propios hermanos. Yo soy un salvaje y no entiendo ninguna otra forma. He visto millares de búfalos muertos por el hombre blanco, para que pudiera pasar un tren. Yo soy un salvaje, y no entiendo como el humo del caballo de hierro puede ser más importante que el búfalo, el que nosotros matábamos solamente para poder sobrevivir ¿Qué es el hombre sin las bestias? Si todas las bestias fuéranse el hombre moriría de una gran depresión de espíritu. Cualquier cosa que le pase a los animales le pasará también al hombre.
Todos los seres están relacionados. Cualquier cosa que acontezca a la tierra acontecerá también a sus hijos. Nuestros hijos han visto a sus padres humillarse por la defensa. Nuestros guerreros han sentido vergüenza, y han cambiado sus días a la ociosidad, y contaminan sus cuerpos con dulce comida y bebida. Importa poco donde pasaremos el resto de nuestros días - no somos demasiados. Unas pocas horas, unos pocos inviernos y ninguno de los niños de las grandes tribus, que alguna vez vivieron sobre la Tierra, saldrán para lamentarse de las tumbas de una gente que tuvo el poder y la esperanza. Sabemos una cosa que el hombre blanco puede alguna vez descubrir. Nuestro Dios es su mismo Dios. Ustedes piensan ahora que lo poseen, como desean poseer nuestra tierra.Pero no puede ser.
Él es el Dios del hombre y su compasión es indistinta para el blanco y para el rojo. La Tierra es algo muy preciado para Él, y el detrimento de la Tierra, es una pila de desprecios para el Creador. A los blancos les puede pasar también, quizá pronto, lo que a nuestras tribus. Continúen contaminando su cama y se sofocarán una noche en su propio desierto. Cuando los búfalos sean exterminados, los caballos salvajes amansados, la esquina secreta de la floresta pisada con la esencia de muchos hombres y la vista rosada de las colinas sazonada de la charla de las esposas ¿donde estará la maleza? se habrá ido ¿Donde estará el águila? se habrá ido.
Decir adiós al volar... al cazar... la esencia de la vida empieza a extinguirse. .. Nosotros entenderíamos si supiéramos lo que el hombre blanco sueña ¿qué espera describir a sus hijos en las largas noches de invierno? ¿Qué visiones arden dentro de sus pensamientos? ¿Qué desean para el mañana?... Pero nosotros somos salvajes. Los sueños del hombre blanco están ocultos para nosotros, y por ello caminaremos por nuestros propios caminos. Si llegamos a un acuerdo será para asegurar su conservación como lo han prometido. Allí quizá podamos vivir nuestros pocos días como deseamos. Cuando el último piel roja se desvanezca de la tierra y su memoria sea solamente una sombra de una nube atravesando la pradera, estas riberas y praderas estarán aun retenidas por los espíritus de mi gente, por el amor a esta tierra como los recién nacidos aman el sonido del corazón de sus padres. Si les vendemos nuestra tierra, ámenla como nosotros la hemos amado.
Preocúpense de ella, como nosotros nos hemos preocupado. Mantengan la tierra como ahora la adquieren, con toda su fuerza, con todo su poder y con todo su corazón. Presérvenla para sus hijos, y ámenla como Dios nos ama a todos nosotros. Una cosa sabemos; su Dios es nuestro Dios. La tierra es preciosa para EL. Ni el hombre blanco está exento de su destino.

Entre compra y compra, se me cuidan.

5 comentarios:

Mirta Peces dijo...

he leído sólo la primera parte por ahora..me encanta lo que has escrito, parecía k te ibas por los cerros de úbeda, pero no,jaja has hablado muy claramente de cómo están las cosas desde la vuelta al cole..
La frase de lo "..nos daremos cuenta que el dinero no se come", de qué es, q me suena tanto??
besos

Anónimo dijo...

Se le atribuye al Jefe Sioux que envió la famosa carta pero en ella, aunque se adivina, no está por ninguna parte. A mi me llegó hace muchos años como un alegato ecologista (anónimo), y como tal lo he puesto, aunque si te enteras de su autor, con mucho gusto lo pondré tras la frase, para que no se quede huérfana.
Pd.- perdón por el "plagio". En realidad sí me fui tela por los cerros de úbeda y al final ni hablé de lo que quería hablar. A veces me pasa. Empiezo a escribir, y no paro.
Besos!

Anónimo dijo...

ea,ya estoy aqui de nuevo..cmo ayer me dijiste que hacia tiempo que no sabias nada de mi por el mundo cobernetico...pasatelo bien en tarifa

Mirta Peces dijo...

saraaaaaaa
mañana es mi primer día de trabajooooo k miedo!!!!

Anónimo dijo...

Mucha suerte!
Te la mando también a tu blog.
Ya nos contaras...
1 beso!

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