Pan y circo

Voy a abstenerme de comentar lo que me parece el fenómeno mediático del fútbol en este país. No voy a criticar los coches que me han adelantado, semáforo en rojo incluído, con la cara pintada tribanda cual indios, enarbolando banderitas de España y desgañitándose mientras pisaban el acelerador. Encuentro millones de razones para renegar del dichoso fútbol, desde los actos bandálicos y las agresiones cometidas por sus hinchas, en nombre del equipo de turno, hasta los sueldos astronómicos de sus jugadores, pasando la acaparación que tiene en los informativos y en los espacios deportivos de los medios de comunicación en general. Y podría seguir encontrando motivos para llenar no una, sino varias entradas de este blog destronando al deporte rey. Sin embargo, hay una razón por la que no hacerlo: hoy ha ganado España la Eurocopa.



El trofeo europeo me importa lo mismo que cualquir otra liga de fútbol, parafraseando a Clark Gable en lo que el viento se llevó: un bledo. Es por todos conocidos que mi patriotismo no es mayor que el de cualquier hormiga que haya tenido la suerte o la desgracia de haber nacido aquí, al sur de los Pirineos. Pero hoy hay mucha gente que está contenta esta noche, que se siente orgullosa de sus compatriotas, y no me considero nadie para aguarles la fiesta.



A todas esas personas: que lo disfruten.



A mi me queda el consuelo de que al menos esta noche, 11 jugadores y el resto del equipo español, se ha ganado -una mínima parte de- el sueldo.



Se me cuidan.