viernes, 4 de marzo de 2011

La reina del mar


- A mí me gustan más los atardeceres. Me parecen mucho más bonitos que los amaneceres.

- Eso es porque nunca has visto un amanecer.

- Sí que lo he visto. He visto varios, de hecho.

- Pero ninguno desde el lugar adecuado.

Con una sonrisa le concedí el beneficio de la duda.

Duda que se ha mantenido como tal hasta esta madrugada, que he tenido el privilegio de contemplar el amanecer desde el Gran Canal de Venecia.


Hay lugares que te dejan indiferente y lugares que te marcan. Ciudades que se corresponden con la idea que te habías formado de ellas y ciudades que, para bien o para mal, te sorprenden.

Venecia me ha sorprendido mucho. Ni me ha parecido pequeña, ni especialmente sucia ni especialmente decadente. Tampoco nos hemos encontrado con esos malos olores de sus calles y canales, ni con sus mosquitos. Había turistas en los lugares más emblemáticos, pero por el resto de la ciudad se puede pasear con absoluta tranquilidad. Mucho más invadida por el turismo me parece Sevilla, en casi en cualquier época del año.

No sé de dónde procederá esa leyenda urbana que circula entre los viajeros de que "Venecia se ve en un día". En parte por eso y en parte por las escenas de las góndolas navegando por los pequeños canales, la imagen que yo me había formado de esta ciudad era la de un lugar pequeño y recogido, surcado por estrechos canales, con sus viejos edificios al borde de la destrucción debido a la humedad que carcome sus cimientos.

Y llego allí y me encuentro con esto:



El mar rendido ante el esplendor de una gran ciudad...





Se me cuidan.

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