Tengo una amiga que se frustra porque no me parezco más a ella. Dice que no acaba de entender cómo una psicóloga puede ser buena en la consulta y a la vez tener problemas emocionales en su vida personal.
Antes yo pensaba como mi amiga: que l@s buen@s terapeutas no podían permitirse el lujo de cometer ciertos errores en su vida personal. Pero con el tiempo, comprendes algunas obviedades:
1) Es infinitamente más fácil afrontar los problemas de los demás que los propios.
2) Nadie está tan loco como para no darse cuenta de la locura del vecino.
3) La capacidad para empatizar con el dolor ajeno está relacionada con el contacto con el propio dolor.
4) La carrera, las prácticas, el master, los cursos de especialización, los seminarios, te ayudan... a detectar y a trabajar con los problemas ajenos, no a curar las propias neurosis.
Antes yo también pensaba como mi amiga: "una buena psicóloga no puede..."
Pero con el tiempo me he vuelto más tolerante conmigo misma. Y eso incluye huir de casi cualquier imperativo moral. En algún momento de mi juventud, creo que sin darme cuenta, cambié el sufrimiento de aspirar a la perfección por la comodidad de la imperfección. A partir de entonces me dediqué a disfrutar de mi humanidad y a buscar personas imperfectas que me acompañaran en el viaje.
No sé si eso me convierte en mejor terapeuta, pero sí en una persona más feliz.
Se me cuidan.
3 comentarios:
Bueno, quiero pensar que conocéis herramientas que se nos escapan al resto de mortales, al menos. Me ha gustado tu reflexión, yo lo he pensado mucho cuando he hecho terapia. Sobre mis terapeutas, claro.
Hola Gordi!
Verás... ¿Conoces a muchos cirujanos que se operen a sí mismos?.
A lo mejor los médicos pueden acertar con el autodiagnóstico, pero normalmente prefieren ponerse en manos de algún colega para que les lleve el tratamiento.
Besos!
Sigue siendo tan buena terapeuta y amiga.
Besos.
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