martes, 8 de junio de 2010

Rupturas y monos


Las rupturas de pareja son casi siempre dolorosas. Incluso en las relaciones más desgastadas, cuando el final se nos antoja la única opción para ser felices, afrontar una ruptura implica asumir un fracaso.

Significa renunciar a los sueños de felicidad que construimos junto a esa persona. Saber que romperemos las promesas que juramos cuando nos creímos invencibles.

También implica una mutilación. Para poder seguir adelante tenemos que extirpar esa parte de nosotros que formaba parte de algo más grande. Significa acostumbrarse a hablar de nuevo en singular.

Por eso toda ruptura implica un duelo. Con mucha frecuencia en los primeros momentos al duelo se le suma lo que comúnmente se conoce como "el mono". El vacío que sentimos, a veces casi físico, de la otra persona. El espacio que ya no ocupa, el tiempo que ya no compartimos, las palabras que ya no le decimos, se nos acumulan no se sabe muy bien dónde y de repente esa persona a la que ya no aguantábamos se nos antoja absolutamente necesaria para seguir viviendo.
Pero el mono es sólo una fase. Si conseguimos superarlo, si hacemos de tripas corazón y nos mantenemos firmes en el alejamiento de la otra persona (no la llamamos, no le mandamos mensajes y por supuesto no la vemos), esa intensidad emocional pronto da paso a otra cosa, mucho más llevadera. Y es que el organismo es sabio y a todo se acostumbra con tal de salir adelante.

Sólo cuando el mono ha pasado, cuando podemos estar en casa sin subirnos por la paredes, podemos comprobar cuáles son los verdaderos efectos de la ruptura.

Si la ruptura ha sido beneficiosa, seguimos para adelante como si tal cosa y antes de que nos demos cuenta, nos encontramos recuperad@s, dispuestos a emprender una nueva aventura o a seguir nuestro camino en solitario.

Si por el contrario la ruptura no ha sido para bien, descubrimos que el pasar de los días no mejora la situación. Disminuye la intensidad emocional pero no el contenido de los sentimientos. Quizás podamos conocer a otras personas pero sólo para reafirmarnos en nuestra teoría de que ninguna se parece, ni siquiera por asomo y a nuestro pesar, a aquella que perdimos.

Es entonces cuando hay que intentar la reconquista, cuando la expresión "luchar por la persona a la que quieres" adquiere su máximo significado. Sólo entonces quizás, y sólo quizás, tengamos una segunda oportunidad.

A mi amiga, que está superando el mono como una campeona.

Se me cuidan.


2 comentarios:

Mirta Peces dijo...

Curioso.
Curioso.
Recuerdo hace unos meses,antes de empezar incluso con Fernando que pensaba: "tengo ganas de estar ilusionada con alguien, enamorada..aunque eso conlleve incluso sufrir".
Ahora no. No me mola. Pero esa es mi historia complicada y ya la conoces.
Yo siempre pienso aquello de: "tenía vida antes de X, tendré vida después de X"..aunque la sensación de vacío sea enorme, se supera.

La_Esperada dijo...

Me parece un buen lema para tener siempre presente, aunque acabemos con el abecedario :D

Besos!

Amnistía Internacional