miércoles, 22 de octubre de 2008

Una historia de amor Parte I

Uno de los regalos que Ella me hizo por mi cumpleaños fue un libro: "El fin de los días". Es la continuación de uno de los grandes bestsellers de la historia, y a la vez de una de mis novelas preferidas: Los pilares de la Tierra.

Es de lectura fácil y rápida. Sigue ambientada en la misma ciudad, tomando como referencia central la vida en torno a la Catedral y al priorato. El hilo argumental lo conforman varios personajes cuyas vidas se van entrelazando y confluyendo a lo largo de sus páginas. Entre ellos, los personajes que podríamos llamar protagonistas, viven una tempestuosa historia de amor, cuyo trasfondo me acompaña en las noches de Medina.

Espero que a su autor, Ken Follett, no le importe que transcriba aquí algunos momentos:

"Caris llevaba una capa de color rojo vivo que había heredado de su madre, la única pincelada de color en la penumbra. Merthin sonrió de oreja a oreja, feliz de verla. Habría resultado difícil decir qué la hacia tan bella; tenía una cara redonda de rasgos proporcionados y regulares, cabello castaño y ojos verdes con motas doradas. No se diferenciaba demasiado de otras tantas jóvenes de Kingsbridge, pero llevaba el tocado nclinado en un ángulo desenfadado, se adivinaba una inteligencia burlona en sus ojos y lo miraba con una sonrisa picarona que prometía inciertos aunque seductores placeres. Se conocían desde que eran niños, pero apenas hacía unos meses que se había dado cuenta de lo enamorado que estaba de ella.

Caris lo atrajo detrás de una columna y lo besó en la boca. Recorrió sus labios con la punta de la lengua.

Se besaban en cuanto se les presentaba la ocasión: en la iglesia, en el mercado, cuando se encontraban en la calle y, lo mejor de todo, cuando la visitaba en su casa, a solas. Vivía únicamente para esos momentos. Besarla era su último pensamiento antes de irse a dormir, y el primero al despertar.

Acudía a su casa dos o tres veces por semana. El padre, Edmund, lo apreciaba; al contrario que su tía Petranilla. Edmund, un hombre muy sociable, solía invitar a Merthin a cenar, ofrecimiento que el joven aceptaba agradecido, sabiendo que el plato que le esperaba en casa de Elfric sería mucho peor. Caris y él jugaban al ajedrez o a las damas o simplemente se sentaban a charlar. Le gustaba mirarla mientras ella le contaba una historia, o le explicaba algo, gesticulando, con expresión divertida o asombrada, metiéndose en el papel. No obstante, lo que casi siempre esperaba era ese momento en que poder robarle un beso."

Se me cuidan.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

digamos k no me he leído "los pilares de la tierra", y tampoco me he leído "un mundo sin fin", básicamente porque huyo de lo que lee todo el mundo.."La sombra del viento" sí, pero porq me lo recomendó un tipo k me gustaba y que creía conocerme bien (mentira!no me conocía para nada!)..pero debo decir que este fragmento es bonito, bonito porque describe algo que, alguna vez, hemos sentido todos..Aunque yo no muchas veces ni con tanta intensidad..jaja, pero todo se andarà!
MIRTA

Anónimo dijo...

¿Sí? Me alegro que te guste. A mi, además de gustarme, me resuena...
Pd.- a mi tampoco me gustó la sombra del viento.

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