sábado, 14 de junio de 2008

Con lo felices que éramos...

Es la misma campaña: vodafone. Es la misma gente, los mismos compañeros. Aunque se han incorporado algunos nuevos, la mayoría nos conocemos ya de allí. Hasta tenemos a los mismos cordinadores, con pequeñas modificaciones. Pero como dice Alejandro Sanz: no es lo mismo.
Estamos ubicados en el centro comercial Los Arcos, en la civilización, dicen algunos. Pero en los 5 minutos de pausa visual te da para salir al pasillo y volver a entrar; y en los 10 minutos del descanso (que es lo que a mí me corresponde por 4 horas), te da tiempo de coger el ascensor, bajar las tres plantas, salir del ascensor, cruzar la entrada, saludar al guardia de seguridad, abrir la pesada puerta de cristal, cerrarla tras de tí, pisar tierra firme, respirar aire puro dos o tres veces, decir: "me voy, que se me acaba el descanso", volver a abrir la puerta, ahora hacia tí, volver a saludar al guardia de seguridad, llamar al ascensor que no llega "ay, que se me pasa el descanso", subir, entrar al baño y salir asqueada sin haberte atrevido a hacer uso de él. Los wáteres siguen atascados, rebosando papel higiénico y me ahorro más descripciones para no levantar estómagos ajenos.
Entras en la sala de nuevo y vas girando la cabeza en cada pasillo, para ver si logras localizar a alguien más, sobre todo si estás en la segunda planta, que es donde se supone que tiene que estar la mayoría de la gente. La segunda planta tiene una estructura de puestos que a la mayoría nos recuerda a las grandes oficinas de los americanos que a veces salen en la tele. Esas que están llenas de mesas, unas pegando con otras, pero nadie ve a nadie porque tienen paneles divisorios. Así es aquello. No sabes quién ha ido a trabajar y quién está de descanso, porque cuando encuentras un sitio libre al lado de alguien allí te plantas, y el resto de la plataforma permanece oculta a tus ojos tras los altos paneles. Incluso tu propia isla, las personas que tienes atrás y a los lados, está dispuesta de modo anguloso, de formatal que tengas que alejarte con la silla de tu puesto, o levantarte, para poder ver a tus compis de fila y hablar con ellos.

Así voy a trabajar todos los días:



El hecho de ser de las poquísimas personas que tienen el horario de 22:00 a 2:00 de la mañana también influye en la nueva situación. Ahora me pierdo la mitad de lo que pasa todos los días, cuando llego todos los sitios están cogidos, y a mis compis les da apuro reservarme un puesto durante tanto tiempo, aunque normalmente terminamos reubicándonos a partir de las 0:00.
"Con lo felices que éramos...", le digo a mi compi. Ella se ríe. Sabe perfectamente a qué me refiero porque la frase es suya. Estuvo repitiéndola como un soniquete desde que se enteró de que nos íbamos de Invarsa, llena de incertidumbre ante lo que venía. Ahora parece que ella se ha adaptado, dentro de lo que cabe, a la nueva situación. A ella le han ampliado tres horas más. Sin su consentimiento. Pero ya lo lleva mejor. Es una superviviente.
Yo soy más delicada, y me quiero ir.
Sigue sin gustarme el sitio. Ayer, que se alcanzaron los 40ºC en Sevilla, estuvieron sin aire acondicionado en la segunda planta porque si abrían el aire salían todos los bichos que estaban allí metidos, o algo así, dijeron. Se supone que este fin de semana van a fumigar. Parece que aquel lugar ha estado cerrado durante mucho tiempo y nadie se había tomado la molestia de comprobar si había chinches y demás fauna pequeña antes de meter allí a 700 personas a trabajar. De momento hay picaduras no se sabe muy bien de qué bichos y una sugestión generalizada que nos hace estar todo el tiempo rascándonos y con el asco metido en el cuerpo.
Yo lo que peor llevo de allí son los baños. Entré los primeros días, cuando aún había alguna taza que se libraba. Ahora sólo los visito para comprobar si ha cambiado la situación. Y tan rápido como entro, salgo, porque la cosa va a peor.
Los horarios se suponen que los cuelgan en los tablones, aunque la gente los coge y de vez en cuando desaparecen.
Yo aparezco en la parrilla de firmas de facturación. Aunque sigo cogiendo llamadas en el 123, y no tengo mucho interés en cambiarme. De momento me dejo llevar. Con eso de que entro a las 22:00, soy bastante invisible.

Y así salgo cuando libro al día siguiente:



Se me cuidan.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola guapa.

En primer lugar, haz que ese slide se pueda poner en pausa, que me marea leer tu blog.

Y, ahora, a lo que iba. Niña, siento que tus condiciones hayan ido a peor, pero creo que, al menos lo del aire y los baños será transitorio, no?
En cualquier caso, nos solemos acostumbrar a casi todo, así que lo mejor es tomarlo con paciencia.

Sigues buscando otro curro, no? Pues ya llegarán tiempos mejores.

Yo, cuando me va mal en algo, procuro follar mucho, mejora bastante el punto de vista. Amos, lo digo por dar ideas.

Muchos besitos.

Lupe.

Anónimo dijo...

Jajajaja
Seguiré tu consejo, ;)

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