miércoles, 17 de octubre de 2007

Pequeños Detalles...

En uno de los comentarios alguien me pregunta por el detalle que alguien haya hecho por mi que más me haya impactado, ya sea de una persona allegada o de alguien más lejano, quizás un simple conocido... hasta entonces.

Como veis, cuestión nada fácil de responder. Pero como me gustan los retos, intentaré complacer a su curiosidad (sí, Mirian, va por ti) lo más fielmente posible a la realidad que mi maltrecha memoria me permita.

El detalle más bonito que puedo imaginar fue el que tuvieron mis padres el día que me concibieron.

Uno de los regalos que más me ha impactado fue el diario personal de mi hermana, que ella misma me metió dentro de un paquete en uno de los tantos bultos que llevaba en mi viaje a Inglaterra, según sus palabras "para que me sientas cerca de alguna forma, te dejo una parte de mi: mi diario". En el mismo paquete estaba metido a presión Tinti, su peluche, y un cd de canciones dedicadas, cada una con su respectiva nota explicatoria. Me hizo prometer que no lo abriría hasta que estuviera subida en el avión. Tampoco estaba la cosa como para armar desarmando paquetes... así que le hice caso. Lloré al abrirlo. El cd me acompañó todo el viaje en autobús hasta Londres. Leía el diario a ratos, que me hizo sonreír y entristecer a partes iguales, aunque en general me reconfortaba. Dormí con Tinti todas las noches. Las sesenta y una noches que pasé bajo cielo inglés.

Guardé en una cajita de madera un corazón blandito, suave y dorado que mi madre me regaló cuando era niña. Lo tiré hace poco, cuando me lo encontré, en la misma cajita, guardado con la misma pulcritud y cuidado que siempre, desinflado y con el aceite que contenía desparramado. Esa cajita también guardaba una bolsita de tela negra, cerrada con un fino y suave cordón trenzado, que me dejaron como regalo unos señores chilenos, amigos de mis padres, que pasaron una noche en mi casa. Los conocí ese mismo día, yo era niña también, creo que mi hermana ni siquiera había nacido. Yo llegué a casa con un gorrión que me había encontrado tirado en la calle. Era por abril o mayo, la época en la que volvía del colegio y del gimnasio mirando al suelo buscando algún pajarillo que se hubiera caído del nido. Esa tarde hubo suerte. A ellos los encontré sentados en la mesa del jardín, charlando con mis padres. Mi padre nos presentó. No recuerdo sus nombres, sólo el pelo del más joven, dorado y brillante, y ese tono de voz tan dulce y cálido que los dos empleaban al hablarme. Creo que en algún momento les confesé que me coleccionaba monedas antiguas, porque al día siguiente, antes de partir para el aeropuerto bien temprano, me dejaron en esa bolsita negra varias monedas de su país. Las monedas las incorporé a la colección; la bolsa, a la que guardo un cariño especial, la dejé en la cajita de las cosas que me llegaban al corazón, el corazón que me regaló mi madre.

Esa colección de monedas que tiene más valor sentimental que otra cosa, tiene una única moneda realmente valiosa. Y cuando digo realmente valiosa me refiero a su valor económico. Es una moneda de plata, del siglo... XVIII. Y seguramente sea la única de la que nunca me pueda desprender, por motivos no económicos. Me la regaló mi tía... y también guarda una historia detrás...

He hablado del corazón de mi madre, pero no he hablado de los cuentos de mi padre. Durante la temporada que mi padre pasó en Cuba compró un cuento infantil y escribió otro. Lo más valioso del libro que compró, para mi, fue la dedicatoria que escribió en su portada y que aún leo alguna vez, cuando necesito palabras de cariño. "Para Sara, la niña más bonita del mundo". Ya en aquel entonces, y también más adelante, saber que alguien pensaba aquello de mi, aunque fuera mi padre, me reconfortaba. El otro cuento lo fue escribiendo él, por las noches, pensando en mi...

También recuerdo una tarde en la puerta de la facultad, en plena crisis de no se sabe qué -bueno, ahora sí lo sé, en aquel entonces me costaba más entender lo que me ocurría- sentada en el poyete, aguardando a que saliera una amiga para hablar con ella, inquieta, desconsolada. De repente, recuerdo a una persona desconocida sentada a mi lado. No pongo en pie cómo comenzamos a hablar, ni por qué, sólo que de pronto yo me encontré contándole lo que me había pasado. Tampoco recuerdo lo que me dijo, sólo que me escuchó, y que entonces comprendí lo que puede ayudar contarle tu vida a un completo desconocido. ¿No lo habéis hecho nunca?. Os animo a intentarlo.

Fin de la Primera Parte.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Como me temía, todos tenemos recuerdos inborrables, detalles de muchas personas que nos rodearon, nos rodean, y porqué no pensarlo, que nos rodearán...

Es evidente que no siempre obtenemos lo que queremos, necesitamos o simplemente lo que a nuestro entender sería bueno que ocurriera...

Pero cuando algo deseado, bien por necesidad bien por gusto, tiene lugar, es sin duda un día señalado, sin fecha, ya que dificilmente la podemos poner en pie, pero se queda como una pequeña escena que reproducimos a placer en nuestra memoria acompañada de una íntima sonrisa....

Bueno ahora me toca a mí...

Yo he tenido afortunadamente muchísimos detalles de mucha gente querida y de conocidos/as..

Pero uno de los que recuerdo por su representatividad, de cambio radical en una persona fue el que hizo Mi hermana, Elisabeth, hace ya bastante...

Siempre andabamos a la greña porque era bastante desordenada y poco o nada constante con sus estudios, su planteamiento de futuro laboral e independencia personal y económica ....

Durante mucho tiempo fuí lo que algunos denominan su "Pepito Grillo", intentando hacerla razonar, reflexionar, que se planteara un objetivo y lo consiguiera, etc.... no sirvió de mucho, porque dejaba los estudios a los 20 años de edad con el bachiller sin terminar... Las cosas en casa en general nunca fueron bien y me daba miedo que le afectara de por vida. Pasamos de las discusiones y enfrentamientos a las manos .... meses después me independicé, no quería ver lo que ocurria en mi casa porque me sentía impotente ...

Un día, las navidades de ese año me viene muy seria y me dice: he pensado que "quiero trabajar" y "Ser como Tú", me dejó fría...

Me pidió que le buscara trabajo de comercial, sé lo duro que es ésto y con preocupación le busqué algo en el Corte Inglés. La cogieron en la primera entrevista, le dieron un mes de formación y la pusieron en el mostrador de Gucci en Navidades del 2005, estuvo tres meses y ganó en madurez... le vino bien...
A los tres meses ella se buscó el trabajo que ha mantenido durante dos años en una tienda de telefonía y hoy es la encargada en una tienda de firma en Sevilla ....

Cuando ganó el primer sueldo en el Corte Inglés nos hizo un regalo a todos...
A mí el mejor que se le puede hacer a una hermana mayor, "reconocer la paciencia y todo lo que había hecho durante tantos años por sacarla adelante", delante de sus suegros que la adoran..

La verdad no me lo esperaba, pero borré de un plumazo todos los recuerdos malos que tenía de casa de mis padres...

Que dificil es ser hermana mayor...

Miriam

Unknown dijo...

Vaya! primera parte? eso suena bien...
Realmente, esos chilenos no se equivocaron...besos.

Unknown dijo...

Miriam!! que alegría que repitas! eso está bien...Imagino que este comentario lo empezaste ayer y lo has acabado hoy,no? jajaja...
Buena semana...besos

Anónimo dijo...

Vaya, Miriam, te iba a preguntar yo a ti, segura de que tenías alguno en mente, pero te me has adelantado.

Ese momento debió de marcarte bastante. Y ahora que sabes que eres el modelo de alguien... ¿te esfuerzas más por mejorar?.

Anónimo dijo...

Good 2 read u, Carmen.

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